Carlos Saga y Xabier Altuna: «Cuanto antes se corrige la audición, el deterioro cognitivo es menor»
La pérdida de los sentidos causada por el envejecimiento centra la charla que ofrecen esta tarde en San Sebastián los otorrinolaringólogos Saga y Altuna
Cuando envejecemos, los sentidos pierden su agudeza. Especialmente la vista y el oído, imprescindibles para interactuar con el entorno. También nos empieza a fallar el equilibrio, un cúmulo de pérdidas que, si no remediamos, nos pueden abocar al aislamiento. Carlos Saga y Xabier Altuna hablan hoy de cómo envejecer sin perder los sentidos en el Aula de Salud de Policlínica Gipuzkoa. Será a las 19.30 horas en la sala Kutxa de la calle Andía. La entrada es libre hasta completar el aforo.
– ¿Se puede envejecer sin perder los sentidos?
– ALTUNA. El envejecimiento significa perder los sentidos progresivamente. Conforme cumplimos años nuestro organismo se va deteriorando. Una de las partes que se deteriora es el sistema nervioso central y el periférico y, por tanto, el sistema sensorial o los sentidos.
– ¿Qué supone su pérdida?
– SAGA. La vista, el olfato, el gusto, el equilibrio y la audición conforman el sistema de interacción con el medio que nos rodea. El progresivo deterioro con la edad hace que vayamos perdiendo contacto con ese medio. El envejecimiento es muy lento, por lo que el paciente va adaptándose a esa situación. Las personas que tiene alrededor también se van acostumbrando. Esa lentitud hace que el proceso sea bastante bien aceptado, a pesar de que al final hay una limitación muy importante. De hecho, y es algo que solemos ver, cómo la pérdida de capacidad similar al envejecimiento en una persona joven por una enfermedad aguda, en poco tiempo, supone una urgencia médica, porque se produce a un ritmo al que no nos podemos habituar.
– ¿Cuál es el sentido que más se pierde?
– S. Probablemente, la audición. Es lo que más detectamos y en general es algo que se mide con mucha frecuencia: controles de empresa, pruebas para obtener el permiso de circulación o de armas…
– A. Creo que la audición es el sentido más activo y el que más nos hace estar en contacto con el medio: más que el olfato, el gusto… Una sordociega, Hellen Keller, solía decir que la ceguera te aleja de las cosas, pero la sordera te aleja de las personas, porque no puedes interacturar. Quizás no es lo que más pierdes, pero sí lo que más te va a limitar.
– ¿Y esa audición que perdemos conforme nos hacemos mayores se puede recuperar?
– A. Sí. Tras un diagnóstico certero tenemos distintos escalones terapéuticos. El primero sería la colocación de audífonos y aparatos. En este punto es muy importante insistir que cuanto antes se coloque un audífono mayor rendimiento se le va a sacar y más útil se va a tener esa vía auditiva. Si no lo usas esa vía se va desgastando y es difícil volver atrás. Con este primer escalón solucionaríamos el porcentaje más alto de pérdidas auditivas.
– ¿Y si no es suficiente o el paciente no quiere usar audífono?
– A. Entonces tenemos los implantes. Con este rango tecnológico de audífonos, implantes de oído medio e implantes cocleares solucionamos todo tipo de pérdida auditiva, pero hay que insistir en que es muy importante el diagnóstico y el tratamiento precoz, porque el cerebro, el responsable final de darle sentido a la audición, se va deteriorando.
– Así que es preferible buscar soluciones cuanto antes…
– A. Cada vez hay más estudios, sobre todo en Estados Unidos, donde están tan preocupados del envejecimiento de la población y del precio que eso va a suponer a las compañías aseguradoras; aquí diríamos a las instituciones. Cada seis meses que retrasamos la dependencia de una persona mayor el ahorro en millones de euros es muy alto, y se ha visto que uno de los factores que más va a retrasar la dependencia es corregir la audición. Cuanto antes se corrige, menos deterioro cognitivo.
– La inseguridad al caminar es otro síntoma muy asociado al envejecimiento. ¿Por qué?
– S. El sistema del equilibrio depende de tres fuentes de información: la visión, el sistema del equilibrio que tenemos en el oído interno y la mecánica corporal en general. Todo va unido. En la persona más joven el fallo en una de esas tres fuentes repercute menos porque las otras dos y la actividad cerebral lo compensan. Pero cuando llegamos a mayores los tres sistemas están un poco más justos y la actividad cerebral no es la misma que cuando éramos jóvenes, por lo que hace que tengamos peor equilibrio.
– ¿Cuáles son las principales consecuencias de este deterioro?
– S. Hay líneas de investigación y programas gubernamentales para intentar mejorar el equilibrio del paciente porque por una parte, al igual que en la audición, implica una pérdida de la autonomía y la calidad de vida empeora, lo que puede obligar a tomar medidas, ya sean familiares o gubernamentales. Y, por otro lado, el mal equilibro está relacionado directamente con las caídas, que además de afectar a la autonomía, suponen un coste sanitario terrible. Existen marcadores de salud que se basan en cuánto se caen las personas mayores. Sabemos que uno de cada tres mayores de 65 años a lo largo de un año se va a caer; que del 90% de las fracturas de cadera que vemos se producen por caídas en ancianos, pero es que además de los pacientes que se caen y se fracturan la cadera, el 50% se va a convertir en una persona dependiente. Y hay un porcentaje de mortalidad, que puede llegar hasta el 30%, en el siguiente año a una fractura de cadera en cómputos globales. Estamos hablando de graves repercusiones, y por eso es tan importante que seamos conscientes de detectar esos fallos de equilibrio y tomar medidas para solucionarlos.
– ¿En qué sentido?
– S. Lo primero, y muy importante, es concienciar a la población para que se dé cuenta de lo que está pasando y procurar intentar mejorar la situación. Para empezar solemos recomendar que se muevan, hagan una vida lo menos sedentaria posible, porque con 30 años se puede ser sedentario pero a partir de los 65 años si eres sedentario tu equilibrio va a alterarse muchísimo. Caminar a diario tiene que ser obligatorio: tenemos que caminar por caminar, no andar para hacer recados. Además, hay que adoptar medidas de prevención, como eliminar cables o alfombras que obstaculicen la marcha, y si las alteraciones del equilibrio son constantes, tenemos que buscar equipos de rehabilitación.
– ¿Qué tipo de equipos son?
– S. Las unidades de patología vestivular, como la que tenemos en consulta, lo que hacen es detectar qué grado de alteración hay y programar planes de trabajo para mejorar el equilibrio del paciente. Eso lo hacemos mediante posturografía dinámica computerizada, donde podemos ejercitar al paciente en un entrenamiento mediante un sistema informático que permite que esa persona identifique los fallos para que los corrija. Siempre tenemos que contar con profesionales de la rehabilitación que saben corregir la postura, la marcha del paciente, ejercicios en suelos inclinados, escaleras… Todo lo que es entrenar la vida diaria en una situación de protección de manera que el paciente pueda sumir riesgos mayores, de tal manera que al salir a la calle le parezca fácil moverse.
– ¿Cuánto dura esta rehabilitación?
– S. Solemos establecer protocolos que empiezan con un mínimo de diez sesiones, pero la rehabilitación del paciente con alteración crónica del equilibrio por la edad no se acaba nunca. Por experiencia vemos que pacientes crónicos inestables, personas mayores, siguen haciendo sesiones cada cierto tiempo. Con este planteamiento ganan mucha confianza y pierden miedo, lo que se traduce en mayor autonomía.