Ignacio Marín: «Me operaron de la columna y al día siguiente ayudé a preparar la cena de Nochebuena»
Ignacio Marín fue intervenido de una estenosis de canal el año pasado.
«No podía estar de pie ni 20 segundos. Viví meses espantosos hasta que me intervinieron con cirugía endoscópica», relata
La pasada Nochebuena, a Ignacio Marín le tocó picar ajo, cebolla y perejil, y preparar algunas otras cosas para la tradicional reunión familiar. Nada que ver con su frugal cena de la víspera, de esas que se sirven a los recién operados. A Marín, fundador y director de la ikastola Ekintza de Donostia, le intervinieron de la columna el 23 de diciembre, y para recibir la visita de Olentzero ya estaba en casa. Además, disfrutando con unas horas de adelanto del mejor regalo posible: poder estar de pie sin sentir dolor.
Si este donostiarra ha accedido a relatar su experiencia «tan positiva» es en señal de agradecimiento al traumatólogo Alberto Marqués, que interviene en Policlínica Gipuzkoa hernias discales y estenosis de canal mediante cirugía endoscópica, y porque quiere ayudar a otras personas que estén pasando por una situación «tan desesperante y espantosa» como la que él vivió hace no tanto. «Ahora me pregunto qué hubiera sido de mí si mi osteópata no me hubiese recomendado a este traumatólogo. Lo que me arrepiento es de no haberme operado antes». De este tipo de cirugía hablará hoy Alberto Marqués en un nuevo ciclo de las Aulas de Salud de Policlínica Gipuzkoa. Será a las 19.30 horas en el Aquarium, con entrada libre hasta completar aforo.
El sufrimiento de Marín empezó hace unos 14 meses, en forma de un dolor en la zona lumbar que atribuyó a una lumbalgia o un ataque de ciática. Fue a un traumatólogo y también a una fisioterapeuta y osteópata que le había atendido antes. Pero el dolor fue a más, hasta el punto de que se extendía por todas las piernas. «Estar de pie suponía un dolor horroroso. Tenía que permanecer sentado y si tenía que desplazarme de mi despacho a otro lugar tenía que pensar en sitios por el camino para sentarme. Al principio, cuando salía a pasear con mi mujer, porque al final ni eso, tenía que irme sentando en bancos por La Concha, cosa que no había hecho en mi vida», recuerda. Si quería salir a tomar algo, previamente le reservaban una banqueta para poder estar sentado. «De pie, imposible, era terrible».
Su calidad de vida fue a peor, y a principios de diciembre no aguantaba ni 15-20 segundos de pie. «El único momento que no me dolía era cuando estaba sentado o tumbado». Estaba «totalmente limitado» y lo pasó francamente mal porque «te afecta también psicológicamente. Te empiezas a sentir inútil y no le ves solución». La medicación tampoco mitigaba el dolor.
Fue la propia osteópata quien le dijo que podría tratarse de una estenosis de canal y le habló de Alberto Marqués y de su técnica endoscópica. «No había oído hablar de él pero pedí cita. Afortunadamente, me lo cubría mi seguro particular».
Se conocieron a principios de diciembre y el traumatólogo enseguida le dijo que, efectivamente, podría tratarse de una estenosis de canal, diagnóstico que se confirmó con una resonancia que, además, reveló que era «severa».
«El 90% de los casos que opero al año los puedo solucionar con cirugía endoscópica»
Marqués le planteó una única alternativa: pasar por el quirófano. «La otra opción era permanecer el resto de mi vida sentado. Me transmitió tal confianza y seguridad, me explicó todo tan bien, que ni pedí una segunda opinión. Me dijo que la fecha la pondría yo, pero que el primer día que tenía libre era el 23 de diciembre. Te puedes imaginar mi cara, ¡la víspera de Nochebuena!». Ante la sorpresa de su paciente, el traumatólogo le tranquilizó diciéndole que no se preocupara tanto por la fecha, «porque el día 24 iba a salir por la puerta andando mejor de lo que iba a entrar el 23. Y así fue».
Marqués le intervino bajo anestesia general y al día siguiente, al levantarse por primera vez, tras colocarse un corsé que tuvo que usar durante algo más de un mes, vivió una sensación de alivio inigualable: «Después de muchísimos meses estaba de pie y no sentía dolor».
Efectivamente, el día 24 estaba en casa, «y hasta ayudé a preparar la cena». La Nochevieja la pasó «por primera vez lejos de casa», en un viaje de descanso que contó con el beneplácito y hasta reconocimiento del médico.
Postoperatorio llevadero
El postoperatorio fue «absolutamente llevadero». Aunque sí es cierto, reconoce Marín, que como le había advertido el traumatólogo «conforme fui dejando la medicación tuve algunas molestias e incluso algún dolor, pero soportable. Ha ido a menos, como las molestias».
Hoy es el día en que Marín hace vida «normal»: sigue trabajando pero sin dolor, puede salir, andar, practicar deporte, como la bicicleta que no perdona todos los días… Lo único que ha dejado aparcadas son las pesas, «porque no quiero forzar la espalda y les he cogido miedo».
El 1 de marzo recibió el alta, pero ya antes comenzó a prescribir a personas que han tenido o tienen algo parecido «y que están con dolores terribles, con parches de morfina y ni así», una visita al Alberto Marqués. «Estaba tan agradecido» que también decidió escribir una carta al consejero vasco de Salud, «porque al margen del doctor Marqués no hay nadie que haga este procedimiento en toda Euskadi y Navarra. Le explicaba mi experiencia y proponía que algún residente de Osakidetza se acercara a aprender la técnica, que genera beneficios al paciente, porque estás menos tiempo ingresado que con la técnica tradicional y, además, en cuanto a medios, debe ser más barata. Así que es beneficioso para el contribuyente y para el paciente. Espero que alguien tome nota del asunto». Un asunto que, asegura, «te cambia la vida; a mí me la ha cambiado».