«Los médicos se asombraban de que siguiese vivo»
Muy emocionado, el almeriense Diego González Bravo, nos recibe en la habitación de Policlínica Gipuzkoa donde permanece hospitalizado. Ha querido mostrar su agradecimiento al equipo del Dr. Ignacio Gallo y, en especial, al Dr. Ingacio Pérez-Morerias, por haberle intervenido del corazón tras la negativa de tres reconocidos hospitales de España debido a su crítica situación y el alto riesgo que corría en la cirugía. Él mismo nos cuenta cómo lo ha vivido.
Diego González Bravo. Paciente operado de corazón por el equipo del Dr. Gallo
Hace unos 30 años usted sufrió un infarto, pero afortunadamente pudo seguir adelante.
Así es. Pudieron disolver el soplo y gracias a Dios salí de aquella. El médico me dijo que dejara de fumar y llevara una vida saludable. Y así lo he hecho durante todos estos años. Lo he llevado con muchísima disciplina.
Sin embargo, hace unos meses le llegó una nueva alarma.
Durante muchos años notaba que me fatigaba con facilidad. Hace unos meses perdí la visión de un ojo y acudí al oftalmólogo. Él me dijo que no eran cataratas, como yo creía, sino que tenía que acudir inmediatamente al cardiólogo.
¿Qué le dijeron los especialistas?
Tenía la mayoría de los vasos del corazón obstruídos y me dijeron que buscara un equipo de cirujanos que me interviniese con urgencia. Los médicos se asombraban de que siguiese vivo. Acudí a tres hospitales de prestigio, en Granada, en Málaga y en Madrid, al Hospital Ruber Internacional. Ninguno quiso operarme por el alto riesgo que conllevaba. Finalmente me hablaron del Dr. Moreiras porque había trabajado durante un tiempo en Almería. Me dijeron que lo buscara, que él podría operarme.
¿Cómo ha ido todo?
He venido a San Sebastián a operarme pero muy consciente de que había muchas probabilidades de no volver. Me han tratado de maravilla, todas y cada una de las personas con las que he tenido contacto aquí. Son todos unos ángeles. No tengo palabras para agradecerlo. Esto ha sido un verdadero regalo.