Paciente operado de hiperplasia benigna de próstata con la técnica HoLEP en Policlínica Gipuzkoa: “La recuperación fue rápida y en pocas semanas volví a sentirme como antes, con la misma plenitud de cuando era joven”

La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una afección común que afecta a la mayoría de los hombres a partir de los 50 años. Esta condición puede ocasionar síntomas urinarios incómodos que impactan negativamente en la calidad de vida, como tener que levantarse por la noche varias veces para orinar.

“Prácticamente desde el principio empecé a notar mejoría. Orino con más fuerza, tardo menos, y, sobre todo, ya no tengo que preocuparme de ir al baño corriendo en cualquier momento. La recuperación fue rápida y en pocas semanas volví a sentirme como antes, con la misma plenitud de cuando era joven”. Así explica Pedro Arranz, paciente operado recientemente de hiperplasia benigna de próstata con la técnica HoLEP en Policlínica Gipuzkoa. 

La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una afección común que afecta a la mayoría de los hombres a partir de los 50 años. Caracterizada por el agrandamiento de la próstata, esta condición puede ocasionar síntomas urinarios incómodos que impactan negativamente en la calidad de vida. “La próstata comienza a aumentar de tamaño de forma natural con la edad, un proceso que ocurre en la mayoría de los hombres”, explica Alejandro González, jefe del Servicio de Urología de Policlínica Gipuzkoa. Gracias a los avances en diagnóstico y tratamiento, los pacientes tienen hoy a su disposición soluciones innovadoras que mejoran significativamente su bienestar.

Pedro Arranz describe cómo los síntomas de la hiperplasia prostática interfirieron en su día a día: “A lo largo del día y la noche iba muchas veces a orinar y tenía la sensación de no vaciar completamente. Hace dos años, la preocupación constante era encontrar un baño disponible cuando estaba fuera de casa. Incluso en reuniones familiares, era una molestia no poder estar tranquilo y tener que ausentarme frecuentemente para ir al baño”.

Gregorio Garmendia, urólogo de Policlínica Gipuzkoa, añade que esta evolución es generalmente lenta, y muchos pacientes no son conscientes de los cambios hasta que los síntomas se agravan: “A menudo, los hombres piensan que siempre han orinado de la misma manera, pero cuando realizamos pruebas objetivas, confirmamos la existencia de un problema de próstata”.

Síntomas y diagnóstico

Garmendia destaca que los síntomas se dividen en tres grupos: obstructivos, irritativos y posmiccionales. “Los pacientes suelen describir una disminución de la fuerza al orinar, necesidad de ir al baño con más frecuencia, urgencia miccional o pérdidas tras la micción. Estos síntomas pueden empeorar con el tiempo y afectan tanto el bienestar físico como el emocional de los pacientes”, explica.

El diagnóstico preciso es clave. Santiago Andrés, jefe del Servicio de Diagnóstico Médico por Imagen de Policlínica Gipuzkoa, destaca la importancia de las pruebas de imagen, como la ecografía y la resonancia magnética, que permiten evaluar el tamaño de la próstata y detectar posibles complicaciones: “La ecografía nos ayuda a medir el volumen prostático y a evaluar el estado de los riñones y la vía urinaria. Si detectamos alteraciones más importantes, la resonancia magnética nos permite delimitar posibles lesiones dentro de la próstata, lo cual es crucial para la planificación quirúrgica”.

Tratamiento y avances quirúrgicos

Una vez diagnosticada la HBP, el tratamiento inicial suele comenzar con cambios en el estilo de vida y medicación. Sin embargo, el jefe del Servicio de Urología de Policlínica Gipuzkoa, Alejandro González, explica que “si la medicación no resulta efectiva o el paciente sufre complicaciones, como infecciones o retención urinaria, la cirugía es una opción viable”. En este contexto, señala que “las técnicas mínimamente invasivas, como la enucleación prostática con láser (HoLEP), han revolucionado el tratamiento de la HBP, permitiendo a los pacientes una recuperación más rápida y una notable mejora en sus síntomas”. Este tipo de cirugía se realiza mediante una cámara introducida por la uretra que permite eliminar el tejido prostático, ofreciendo resultados óptimos con menos complicaciones.

Pedro Arranz explica su experiencia sobre el proceso quirúrgico: “A los tres meses de estar medicado, el doctor me sugirió la cirugía. Me explicó que era un procedimiento poco agresivo y que mejoraría mucho mi calidad de vida. Tenía dudas sobre cómo sería la intervención y el postoperatorio, pero la realidad fue que todo fue rápido y la recuperación, aunque llevó un mes y medio, fue exactamente como me indicaron”.

Una parte clave de cualquier intervención quirúrgica es la anestesia, y en el caso de la HBP, existen opciones adaptadas a las necesidades de cada paciente. Irene Merino, anestesióloga de Policlínica Gipuzkoa, explica: “Los pacientes pueden optar entre anestesia general, en la que se induce un estado de sueño profundo y se conecta al paciente a un respirador, o anestesia regional, en la que se bloquea la sensibilidad de la parte inferior del cuerpo mediante un anestésico local”. “La elección del tipo de anestesia depende de la condición del paciente y de sus preferencias, pero ambas opciones garantizan un procedimiento sin dolor”, asegura.

Un futuro prometedor

El futuro del tratamiento de la HBP es optimista, gracias a los continuos avances en tecnología y medicina. Gregorio Garmendia subraya que “cada vez hay más opciones que permiten a los pacientes mantener su calidad de vida, sin afectar funciones importantes como la continencia o la función sexual”.